Esta semana hacemos un repaso de las principales novedades editoriales del mes de octubre y de las que se pondrán a la venta en noviembre
El trece de octubre salió a la calle, un libro muy adecuado para regalar y para los fieles fans del Grupo Abba bajo el título de TESOROS DE ABBA.FOTOGRAFIAS Y RECUERDOS
De ELISABETH VICENTELLI,
Los tesoros de ABBA relata la trayectoria musical de este grupo, analizando exhaustivamente cada álbum, las relaciones entre los miembros del cuarteto y la repercusión del éxito de Mamma mia en sus vidas y sus carreras.
El 20 de octubre, se puso a la venta “Todo es silencio”, la nueva novela de Manuel Rivas se sitúa en una villa inventada de la costa atlántica, en las últimas décadas del siglo XX en las que se vivía un tránsito continuado del contrabando de drogas a manos de un grupo mafioso liderado por un capo llamado Mariscal.
Durante, los próximos días aparecerán también algunos títulos muy esperados.
Después de cuatro años, y nada más conseguir el premio Nobel de Literatura, Vargas LLosa publica una nueva novela.
El miércoles 3 de noviembre se pone a la venta “El sueño del Celta” del premio nobel, Vargas Llosa.
“El sueño del celta” es una obra basada en la apasionante vida del irlandés Roger Casement, uno de los primeros europeos que tuvo una conciencia clara de lo que es el colonialismo y quien documentó con precisión los abusos que se cometieron en su nombre.
El próximo viernes 5 de noviembre se ponen ya a la venta el Premio Planeta y su finalista de esta edición 2010.
Hablamos, como ya os comentamos en su día de Riña de Gatos de Eduardo Mendoza. Mendoza nos traslada a primavera de 1936,. La crónica de un joven inglés, especialista en pintura española, reclamado para tasar un posible cuadro desconocido de Velázquez .
El Finalista del Premio Planeta 2010 ha sido para Carmen Moraga y su novela “El tiempo mientras tanto”.
“El tiempo mientras tanto” nos cuenta el encuentro de dos desconocidas, que son madre e hija, que se conocerán, por un trágico accidente que deja en coma a la hija. Accidente que, cambiará de forma radical la vida de las dos protagonistas.
Y, en este país tan curioso, en el que vivimos se le sigue dando pábulo a personajes tan característicos como Mario Conde quien avalado por el éxito que ha tenido en Tapa Dura Su libro “Memorias de un preso”, cuenta con el beneplácito de su editorial, para editarlo en bolsillo., que lo saca a la calle, en este formato, el próximo día 10 de noviembre.
Por curioso que nos resulte es uno de los libros más vendidos desde hace meses.
La verdad es que no me extraña.
Supongo que la venta se habrá disparado en Marbella y otros círculos políticos, que querrán leer este libro para saber desenvolverse bien cuando les toque a ellos… Si es que, algún día les toca…
Para aquéllos que tengáis que comprar sin remisión y por obligación un libro de bolsillo el 10 de noviembre, no os precipitéis, hemos encontrado otra opción. Ese mismo día sale en bolsillo la primera novela y más conocida de Asa Larsson, “Aurora Boreal”.
La autora, que no guarda ninguna relación familiar con el también escritor y también sueco, Stieg Larsson, famoso por su trilogía “Millenium”, ha recibido varios galardones en su carrera literaria:
- El Premio de la Asociación de Escritores Suecos de Novela Negra 2003 a la mejor ópera prima por Aurora Boreal
- Mejor Novela Negra de Suecia 2004 por Sangre Derramada
- Pluma de Plata de la Feria del Libro de Bilbao 2010 por Aurora boreal
En 2007 el director sueco llevó al cine Aurora Boreal, la primera novela de Larsson, que había sido publicada cuatro años antes.
Terminamos con un fragmento de esta novela.
LUNES, 17 DE FEBRERO
Rebecka Martinsson se despertó con la respiración alterada cuando la inquietud le recorrió el cuerpo. Abrió los ojos en la oscuridad. Justo en el espacio entre el sueño y la realidad, tuvo la fuerte sensación de que había alguien en su piso. Se quedó quieta, tumbada, escuchando, pero lo único que podía oír era el sonido de su propio corazón, que le latía en el pecho como una liebre asustada. Buscó el despertador de la mesilla de noche y encontró el pequeño botón que lo iluminaba. Las cuatro menos cuarto. Se había acostado hacía cuatro horas y era la segunda vez que se despertaba.
«Es el trabajo -pensó-. Trabajo demasiado. Por eso, de noche, la cabeza me gira como la chirriante rueda de un hámster.»
Le dolían la cabeza y la nuca. Seguro que había estado apretando las mandíbulas mientras dormía. Lo mejor era levantarse. Se echó el edredón por encima y fue hasta la cocina. Los pies encontraron el camino sin encender la luz. Puso la cafetera y la radio en marcha. La conocida sintonía que marcaba el final de la programación se repetía una y otra vez, como una monótona llamada a la oración mientras salía el café y ella se duchaba.
El largo pelo se le tendría que secar solo. Se tomó el café a la vez que se vestía. El fin de semana había planchado la ropa y la había colgado en el armario. Hoy era lunes. En la percha del lunes colgaba una blusa color hueso y un traje de chaqueta azul marino de Marella. Olió los calcetines del día anterior. Servían. A la altura de los tobillos estaban un poco dados de sí, pero si los estiraba y los doblaba, no se vería. No podría quitarse los zapatos en todo el día pero le daba lo mismo. Una cuida la ropa interior y los calcetines si tiene motivos para creer que alguien la va a ver desnudarse. Actualmente, su ropa interior había sido lavada demasiadas veces y tenía un color grisáceo.
Una hora más tarde, estaba sentada en la oficina, ante el ordenador. El texto fluía como un torrente desde su cabeza hasta los dedos, que volaban sobre el teclado. El trabajo calmaba su mente. El malestar de la mañana había desaparecido.
«Es curioso -pensó-. No paro de quejarme con mis compañeros, los otros abogados jóvenes, de que el trabajo me hace sentir desgraciada. Pero siento paz cuando trabajo. Casi alegría. Es cuando no trabajo cuando me sobreviene la intranquilidad.»
La luz de la calle se introducía penosamente a través de los cuadrados cristales de la ventana. Se podía oír algún que otro vehículo, pero dentro de poco zumbaría el sordo rugido del tráfico. Rebecka se echó hacia atrás en su silla y le dio a la tecla de imprimir. En el pasillo oscuro la impresora despertó y se hizo cargo de la primera orden del día. La puerta de la recepción se volvió a abrir. Ella suspiró y miró el reloj. Las seis menos diez. Se acabó la soledad.